Crónica núm. 5: 27-09-2010
Romina.
¿Por qué no nos copa la crónica? Después de pedir a los cronistas de la clase, se hizo un largo silencio, alguien se ofrece, más tarde otro y no había una 3ra. Mientras se esperaba que alguien más se sume a cronicar, parte del grupo opinaba las razones por los que, aun los que no habíamos cronicado, no lo hacíamos y había varias posiciones al respecto. Más tarde Juan Pablo pregunta si solo faltaba el cronista para comenzar la clase, no me acuerdo que se respondió, pero seguro fue un sí ya que decide sortear a alguien para que cronique. Me llama la atención que no nos haya dicho “¿Qué les parece?” ya que todo lo que se propone siempre se consulta al grupo.
Se sortea entonces la 3ra cronista y resulto ser la número 5. En ese momento empecé a escribir, pero algo no me había gustado, no lo dije, pero creo que esa fue la razón de no poder prestar tanta atención a la clase.
Al principio se notaba una cierta dispersión en todos nosotros, nadie decía de comenzar y varias veces la voz de Juan Pablo se perdió con el resto, podría decirse que de alguna manera se comienza a quebrar en la clase esa división tajante y jerárquica entre alumno- profesor, hecho que se empezó a construir en la primera clase.
Una compañera comenta que esperaba en esta clase fuese re copada, diciendo que en la clase anterior había notado que alguno de nosotros habíamos sonreído, y pudo ver que teníamos dientes.
Sale el tema del encuentro del sábado (yo pienso en lo feo que me estaba resultando hacer la crónica, sobre todo cuando no lo había elegido). Algunos compañeros cuentan que les había parecido la jornada y sale el tema “nos tocamos”, que ya había aparecido en la clase anterior, seguido por varias risas, algunas un poco tensas, otras risas más relajadas. Marianela (Mel me dice que así se llama) dice “para mí fue bastante fea, la improvisación no es lo mío (…) de verdad no fue tan bueno para mí, no sé porque, todo el mundo salió con una sonrisa, yo no”. A lo que Diego le responde “no se te vio así, se te vio participando, no pareció…”. Mel agrega “me sentí con la libertad de mirar, no me sentía obligada a participar”. Marianela retoma la palabra y creo que intentaba contestarle a Diego, pero no lo registro, solo escucho: “el día que esté como terapeuta voy a tener que bancarme los silencios, eso es lo que me empecé a replantear”.
Ulises empieza a hablar sobre las personas que no participan en una actividad, sintiéndose molesto por ello. Cuenta también una experiencia que vivió en el teórico.
Un compañero se levanta y se retira de la clase (¿Esteban?). Juan Pablo le pregunta si está todo bien, y él le dice que sí.
Después de lo que Ulises comenta que lamentablemente no pude registrar, alguien retoma el texto que plantea al choque como intento de encuentro. Y Marianela, tomando a Anzieu, comenta que el silencio de los participantes puede ser un mecanismo de defensa.
La situación en el aula me resulta difícil de registrar escucho varias voces a la vez, creo que no nos estamos escuchando, aunque entre las voces registro a Juan Pablo decirle a una compañera “me duele cuando escucho decir lo subjetivo de cada uno a esta altura pero bueno…”.
Siento que me resulta más fácil oír lo que pasa afuera de la clase que a los chicos, todavía me sigue molestando hacer la crónica cuando no levanté la mano para ello.
Una compañera le dice a Ulises que se puede no participar y sin embargo estar implicado, y le informa que él tiene un modo agresivo de decir las cosas. Ulises disiente con lo dicho porque en un grupo eso no tendría que pasar y creo comprender que quiere decir que en un grupo todos los presentes tendríamos que participar.
La compañera le dice que él cree que no participamos y lo explica porque estamos “enfermos”. Continúa una ardua discusión al respecto.
Al resultarme complicado registrar voces, me detengo a mirar: muchas risas, algunas carcajadas y cuchicheos en círculos más pequeños.
Vero, comenta que a ella le había resultado extraño que nadie había saltado en la primera clase cuando Ulises nos tildó de enfermos. Seguidamente, una compañera dice que son opiniones diferentes y que a ella no le molestó.
Para hablar del modo que Ulises tiene para decir las cosas, Vero comenta sobre el estilo personal que cada uno tiene para intervenir, y comenta que lo que Ulises hizo fue una intervención que tuvo sus efectos por lo que se ve.
Nuevamente Ulises habla y cuenta que la clase anterior se había ido enojado porque había gente que se hacía cargo de lo que el otro callaba, por eso él había decidido callarse.
Natalí, comenta que hace mucho que empezó a pensar que el silencio tiene sus efectos, y que de hecho hoy estábamos hablando de la gente que no hablaba. (Algo así creo que fue lo que dijo).
Natalia dice empezar a notar un cambio en el grupo a partir de decirnos los nombres.
Alguien retoma el tema de decir “enfermedad” (creo que fue Sabina).
Vero, comenta que no cree que se trate solo de la neurosis de Ulises. Juan Pablo la interrumpe y le dice que ella quiere decir que Ulises fue puesto en el lugar de chivo emisario, parece que cumple más el lugar de una función que de una persona.
Vero dice momento después que se había quedado pensando en la bronca con la que Ulises se había ido… como de lo raro que resultaba un estudiante de psicología con bronca… y ahora se lo piensa como una cuestión más de él, como que él la paso mal en la facultad y dice que ella también la pasó mal… por esa razón ella traía el tema del estilo, es algo que tiene que ver con él, por un lado su estilo y pensar por el otro el contenido de lo que dice.
Alguien más dice que hay diversidad en el estilo, y que ella no podía enojarse con alguien que hace algo diferente.
Juan Pablo dice “me gustaría retomar a Ulloa” (nadie tomó en cuenta eso). Se siguió hablando de lo que se venía hablando y creo que fue Juan pablo el que comentó del pasaje del estilo personal al experiencial.
En ese momento le aviso a Mel que estoy en cualquiera y no puedo anotar lo que hablan.
Se comienza a hablar de que todavía no se tiene en claro para qué sirve esta experiencia (creo haber oído a Carlos decir eso). En ese momento Vero trae y recomienda un texto de Larrosa donde se dice que las experiencias suelen no ser claras.
Juan pablo recuerda que la vez pasada se había hablado de la incomodidad… alguien dice que atacamos a Ulises como él nos atacó.
Juan pablo señala que debemos pensar en qué hacer con la afectación que estamos sintiendo, pero no podemos pensar si es correcto o no lo que estamos sintiendo, ahí nos vamos a la mierda… la jornada está pensada en ese sentido. Comenta estar feliz con cómo fue modificada porque produjo que varios se conecten con sus afectaciones. Tratar de ser un psicólogo al que no le pasa nada, en busca de ese ideal, puede llevar a esconder nuestras afectaciones y actuarlas. Otra cosa es registrarlas, tomarlas en cuenta e intervenir desde ahí.
Magdalena, recuerda lo que se había dicho en la primera clase sobre la psicóloga que buscaba el punto de angustia de su paciente y se había quedado mal por no haberlo identificado.
Juan pablo dice que no solo sirve registrar las cosas agradables, sino también las limitaciones.
Marianela se levanta para irse y expresa que hoy no se leyó la crónica. Rocío, dice que tampoco somos ya un círculo y que no puede verle la cara a la gente de atrás y propone volver a hacer uno, más que nada dice, porque permite vernos las caras.
Son las 22, se recomienda un texto donde una de las autoras es Vero, algo de sonoridades con cuerpo, no escuché bien el nombre.
Me permito decir, ya que hay que registrar nuestras afectaciones, que me fui un poco enojada porque no quería hacer la crónica, sabía que tenía que hacerla alguna vez pero esperaba poder decidir cuándo. Quizás tendría que haberlo dicho en el aula, pero no me salió. Además creo que deberemos pensar porque la crónica trae tantas resistencias para algunos.
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