CRÓNICA 6/10/2010
Alumna: Silvina Suárez
La clase comienza, nuevamente, con silencios al preguntar Juan Pablo quien iba a cronicar. Eso dio el pie para hablar de las crónicas de la semana anterior entre las cuales, una de ellas fue realizada por una compañera que había sido elegida al azar y había expresado el enojo que eso le causó en la misma. Eso lleva a que aquellos compañeros que ya la habían ralizado comenten sobre su experiencia, cómo se habían implicado y lo satisfactorio que, en la mayoría de los casos, les había resultado.
Ante esto, a Vero le surgen dos preguntas:
- ¿por qué los que hablan son aquellos que ya la hicieron y no los que están cayados sin querer cronicar, pudiendo comentar por qué no quieren?, y;
- ¿Por qué siente que estamos, nuevamente, intentando vender lo bueno que estaría hacerla?
Una vez hechas esas preguntas, Melisa dice que a ella le paso que después de escuchar todos los comentarios, que fueron muy buenos, le dio ganas de hacerla, inclusive luego de haber estado hablando sobre su negativa a realizarla, antes de comenzar la clase.
A mi me paso lo mismo, yo era quien había hablado con Melisa sobre hacer la crónica, y ambas decíamos que hasta que no nos tocara por obligación, es decir, una vez que Juan Pablo recurriera a la lista y eligiera al azar, no la íbamos a hacer. En mi caso personal, lo que me sucedía era que estaba ocupada con diversos trabajos para la facu, más el laburo, no me daban los tiempos, estaba cansada y creía que el realizar la crónica me iba a llevar más tiempo. Sin embargo, al escuchar los comentarios, a mí también me dieron ganas y me ofrecí para hacerla.
Cuando empecé a escribir me paso que comencé a enojarme por haberme ofrecido, yo sabía que me cuesta retener lo que los demás compañeros dicen y eso mismo me estaba pasando, no podía recordar todo lo que se hablaba, y si hacia hincapié en las palabras, el sentido de la conversación se me perdía, por lo cual no podía seguir escribiendo. Intente relajarme y prestar atención sin importar perderme en los detalles.
Juan pregunta cómo nos fue haciendo los trabajos del parcial, y Nati le responde que en su caso (que es mi caso, dado que soy una de las integrantes de su grupo) lo hicimos tomando como eje los silencios, que nos había costado arrancar pero que después estuvo bueno.
Se produce silencio.
Lucas comenta que a su grupo le pareció una experiencia buenísima, que hasta tenían ganas de hacer una crónica de ello. Cuenta que hubo broncas, enojos, de todo.
Diego, que era otro de los integrantes del grupo de Lucas, también comenta lo buena que estuvo la experiencia, en la cual discutieron, y todo lo que surgió ahí estuvo bárbaro. Magdalena, tercer integrante cuenta que Lucas había enviado un mail diciendo que le chupaba un huevo el parcial, que lo importante era que disfrutaran de eso. En un momento, comenta Lucas, cayó la mamá de Ivana y eso también hizo que el grupo cambiara.
Lucas supuso que hoy se iba a hablar de la experiencia, de este laburo, y ellos (él y sus compañeros de grupo) creían que estaba bueno traerlo a la clase, contar lo que les había pasado y lo que habían sentido.
Juan dice que le llama la atención el hecho de que nos chupe un huevo el trabajo, cómo aprobar la materia, y que cuando Lucas trae conceptos, lo cagamos a pedo (esto se relaciona con un chiste que se le hizo en base a los conceptos de situación y acontecimiento que Lucas retomaba en las sucesivas clases en busca de una explicación de los mismos). Esto le llama la atención.
Diego le contesta que a él le sucedió que en la clase anterior se había quedado enojado cuando Juan Pablo nos dijo que parece que intentamos volver a lo disciplinario. Diego comento que esto lo enojo pero que también lo llevo a leer los textos.
A Juan le llama la atención el hecho de que nos manden a cronicar, nos den una guía para el parcial, nos manden a leer, nos lleva a nosotros, en tanto alumnos, a confrontar con la cátedra. Eso es raro, ¿no? Juan Pablo nos pregunta si acaso no estaremos desmintiendo esto que aparece tanto, que aparece como un mecanismo de defensa.
Romina le responde que, para ella, esto se remarca por la diferencia que tiene esta materia con las otras. Y recuerda que ella es la número 5, de la cual se refirieron anteriormente cuando se hablaba de la crónica de la clase pasada.
Llegan 4 compañeros, Juan Pablo nos pide que esperemos para seguir hasta que los chicos se acomoden.
Romina continua diciendo que cuando hacía la crónica puso tres veces que le molestaba el estar haciéndola y que lo hizo porque sintió que en esta materia se podía decir y que en otro lugar quizás no lo escribiría. Comenta que cuando escribió la crónica se la dio a leer a alguien ajeno a la cursada y que esta persona le dijo si no le parecía un poco fuerte la crónica con lo que estaba diciendo, pero que a ella no le pareció así. Ante este comentario Juan Pablo nos pregunta si a alguno de nosotros nos había parecido fuerte, algunos compañeros respondieron que no, otros que podía ser pero que estaba bueno. Rocío dice que le gusto, que ella la había denominado “Crónica Enojada”.
Juan Pablo comenta que a veces cree que aquellos que realizan la crónica sienten que tienen que estar cuidándose de no herir subjetividades. Le pregunta a Romina cómo estaba ahora, una vez que realizo su crónica, ella le contesto que bien.
Vero cuenta que se le vino a la cabeza, con respecto a lo que decía Romina de que acá, en este espacio, dice lo que en otro lado no hubiera dicho, que eso es como un registro. Juan Pablo acota que tomamos este espacio de la facultad como espacio en el que podemos decir que tal cosa nos hincha las pelotas. Le recuerda a Ulloa que habla del pasaje de “yo pienso” a “yo siento”.
A continuación Juan Pablo nos consulta si queremos leer alguna crónica.
Alexis comienza a leer la suya, mientras los demás escuchamos con atención, percibiendo pocos momentos de distracción.
Una compañera dice que le gusto la crónica de Alexis, y más porque era su compañero de grupo para el parcial (aclara que es un chiste), pero que de verdad estuvo bueno porque pudieron hablar de eso.
Mientras lee la crónica, justo comentaba una situación en la que una compañera que él llamo Rosa, había pedido que le contaran sobre la jornada pasada. Rosa, que no es Rosa, interrumpe la lectura de la crónica para aclarar que, en realidad, ella se llama Cecilia (risas). A Juan Pablo le llama la atención que haciendo tanto hincapié en recordar los nombres de los compañeros ya van sucediendo varios olvidos.
Cuando Alexis termino de leer la crónica, Rocío expresa que ella no quiso decir, como se encontraba escrito en la misma, que “tengamos” un buen grupo sino que “parecemos” que fuésemos un buen grupo.
Juan le dice a una compañera que estaba cebando mates que en un momento, mientras Alexis leía la crónica, ella se reía, ¿a qué se debía su risa? Ella le contesta que le causo gracia cuando Alexis leía “”…mi experiencia como psicólogo…”, y el que se haya puesto así le había gustado.
Juan comenta que otra idea que nosotros tenemos de los cronistas es el creer que, quizás, cuando hacemos algún gesto o decimos algo, esto se mal interprete, que pueda ser cambiado, y eso, para el narcisismo de algunos puede significar algo. El hecho de que te cambien la idea que tiraste te hacen sentir como que ya no te pertenece.
A mi personalmente no me sucede eso, si hablo o no depende del tema que se esté tratando y de cómo me encuentre de implicada en el mismo. Confieso que por la hora me suele costar engancharme, aunque a veces surgen temas interesantes.
A vero le surge una hipótesis, puede ser que esto que yo digo o alguien dice se va al medio, se lo doy al colectivo, o quizás, esto de los nombres y la importancia que le damos haga que no se vaya lo que decimos al medio, sino que quede acá.
Ulises cuenta que con su grupo hablaron sobre eso, comenta la experiencia de la jornada, en la que se pasaban la pelota como disparador, siempre que genere algo. Como lo que veíamos en la clase, la dicotomía entre los que hablan y los que no. Si se habla por hablar tampoco genera algo, se va al medio.
Vero agrega que se puede poner algo en el medio, pero que si nadie lo agarra, la dejan en bolas.
Para Juan no es lo mismo hablar por hablar o no decir nada, dice que para él a quienes hablan les sirve que haya unos 20 o 25 que se queden callados, y que a quienes se quedan callados les sirve que haya unos 20 o 25 que hablen, es como si hubiese un “pacto inconsciente”.
Nati comenta que para ella el silencio es necesario, dice haberse expresado mal, en realidad, las personas que quedan en silencio también son necesarias para que marquen al grupo. Ante esto Juan responde con un “no” rotundo.
Nati sigue hablando del trabajo que realizamos en nuestro grupo que, precisamente, trata de los silencios y cuenta que hablamos sobre distintos tipos de silencios, entre ellos está el silencio para reflexionar, ante lo dicho Juan acota que para él sería, más bien, un silencio amarrete. Muchos comparten con nosotras la idea del silencio reflexivo. Una compañera dice que ella hace eso, piensa, reflexiona, antes de hablar pavadas. También piensa que el silencio hace al grupo, todos pensamos de manera diferente.
Con respecto a esta idea de grupo, Juan nos pregunta, sé pregunta, ¿qué es un grupo, qué lo delimita, que importancia tiene la dimensión que le damos al grupo, y cómo estamos implicados?
Otra compañera también cuanta que le sucedió lo mismo mientras hacían el trabajo, dado que se habían puesto a debatir sobre qué era un grupo y si nosotros éramos o no un grupo, cuentan que una de ellas consideraba que no lo éramos, que en realidad sólo somos un conjunto de individualidades, otra creía que sí lo somos dado que un grupo es homogéneo y heterogéneo. Comentan que les costaba darse cuenta de esto y que no pudieron llegar a ninguna conclusión, creyeron que se iba a tocar este tema en la clase y que iba a ser mejor debatirlo en este espacio.
Creo que esta cuestión de si somos o no un grupo surgió en la mayoría de los trabajos, en mi caso, nos hicimos la misma pregunta.
Vero se entusiasma con saber que al menos algo de grupos de lo que se esta discutiendo va a quedar plasmado en las crónicas.
Diego expresa que él se había enojado con Ulises porque no entendía su molestia ante el silencio de los demás, pero que luego que leyó unos textos logro entenderlo. Hace referencia a un texto de Ulloa que le permitió entender el sentido de por qué Ulises necesita del otro. Ivana agrega, ante lo expuesto, que necesita del otro para que no caiga en el vacío, sino que pase la pelota.
A Nati esto le hace acordar a la experiencia, que se hizo en la jornada, de la ronda donde uno salía de su lugar, a veces encontraba rápido otro espacio donde ubicarse y otras veces no. Juan comenta que este ejercicio tiene que ver con el otro como alguien necesario.
Juan Pablo hace una pequeña referencia conceptual relacionada a la noción de implicación. Expresa que en este agrupamiento “implicación” se dice como sinónimo de compromiso, pero en realidad, el callarse puede estar dando cuenta de una sobre implicación y no de una no-implicación. Usamos o entendemos mal el término.
A Vero esto le hace acordar a cuando Ornela decía que se estaba peleando con ella misma por participar. Antes de la intervención que Juan Pablo hizo en ese momento se podía llegar a pensar que no estaba implicada.
Ornela comenta que se censuraba, en realidad, porque iban demasiado rápido, se saltaba de uno a otro y eso no le permitía participar.
Vero, otra compañera, dice que tomamos el silencio como una fachada de que no estamos expuestos, pero que en realidad, todos lo estamos, no sólo quienes hacen la crónica. Aunque estemos cayados la mirada del otro siempre está.
Otra compañera dice que para ella la clase está más buena si todos hablamos, es más rica, de lo contrario, los cronistas están haciendo nada.
Juan comenta algo que sucedió en la clase pasada, cuando él le dijo a Vero que se estaba haciendo la pelotuda, y esto causó que ella se vaya muy afectada de la clase. Muchos compañeros habían registrado esa situación y la aplicaron a sus respectivos trabajos para el parcial.
Esto le hace relacionar a Vero con el inicio de esta clase en que Juan reviso las primeras hojas de los trabajos que entregamos y se fijó en cuántos no aparecía Vero como profesora. Unas compañeras creen que eso puede ser porque Vero tampoco se considera profesora, no se ubica en ese lugar de supuesto saber. Para Juan Pablo, el hecho de que él cobre y este nombrado como profesor y Vero no, son detalles importantes para este posicionamiento.
Nati comenta que es verdad, nosotras tampoco pusimos a Vero como profesora, pero, sin embargo, sí le enviamos nuestro trabajo por mail. Lucas agrega a este comentario, en forma chistosa, que Vero seria una profesora virtual.
Vero se quedó enganchada con lo que Celeste dijo de sujeto supuesto saber, dice que antes de empezar con la cursada a ella le sucedía que también ponía a Juan Pablo en ese lugar. Juan acota que el hecho de que Vero lo ubique ahí, lo dejaba a él muy en pelotas.
Para Nati, Juan es el que sabe hacer disparar algo, no en cuanto a lo conceptual, sino en cuanto al grupo, sabe hacer circular algo.
Para Alexis, una cosa es el sujeto que sabe y otra el sujeto supuesto saber. Juan estaría ocupando el primero de estos lugares.
Rocío dice que Juan está todo el tiempo tratando de correrse de ese lugar de sujeto supuesto saber, a veces lo logra y a veces no. Dice que por algo ella también hablo sobre esto en la crónica, que no fue casualidad.
Una compañera expresa que para ella hay una reticencia nuestra a salir de ese lugar de alumnos, trayendo a colación la necesidad de Lucas de que el profesor le explicara los conceptos de situación y acontecimiento.
Vero comenta que le intriga saber qué pasó, qué condiciones se dieron que de repente sintió que estábamos haciendo una supervisión del equipo. Juan aclara que con equipo Vero se está refiriendo a ellos dos. Para él puede ser favorable traer acá algunos de sus fantasmas, posicionamientos. Juan cuenta que en la clase anterior ciertas operaciones se habían producido en él en un “entre” con algunos y que no podía pensarlo solo, le parecía mejor traerlo y pensarlo entre todos, ya que somos quienes habíamos participado de esa situación.
Rocío le pregunta qué se le había ocurrido que hagamos.
Juan comenta que al salir del práctico pasado se pudo resarcir de ciertos problemas que tiene de la docencia. Dice que a veces se siente muy cómodo coordinando el espacio pero luego se encuentra con su subjetividad docente la cual le hace reflexionar sobre el hecho de que no sabemos los conceptos. Le hace sentir que lo que hace consiste en una capacitación clínica, tiene miedo de estar haciendo un pacto inconsciente donde nosotros no queremos ser evaluados y él no quiere evaluar. Pero, sin embargo, lo va a hacer igual. Eso era lo que quería que pensemos en conjunto.
Para Diego lo que acá aprende es el saber clínico, al texto lo lee cuando quiere, es decir, lo que le importa es aprender a hacer intervención clínica.
Juan Pablo comenta que, hablando de su subjetividad docente, tiene miedo, porque cree muy posible que muchos trabajos no le gusten nada.
Se apaga la luz del pasillo y eso distrae a algunos compañeros. Ya son las 22 hs.
No se había dado ninguna bibliografía, algunos de los chicos le dicen a Juan Pablo que recomiende por mail y él nos dice lo mismo a nosotros.
Nos retiramos.
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